La ciudad amurallada de Kowloon fue la más poblada del mundo en su momento. Construida originalmente como una fortaleza militar en Hong Kong, el crecimiento vertical y sin planeación la convirtieron en una hazaña arquitectónica y visual. En la anarquía, sin acceso a servicios básicos y sin infraestructura adecuada, generaciones de miles de familias edificaron una metrópoli durante más de un siglo.
Después de la Segunda Guerra Mundial, Kowloon se convirtió en el hogar de «paracaidistas», migrantes, refugiados y otros ocupantes ilegales. Conflictos políticos entre China y las colonias de Gran Bretaña permitieron que se desarrollara como un espacio sin gobierno y al que la policía no podía ingresar.
Así, con más de 33,000 personas viviendo en una superficie de 2.6 hectáreas, Kowloon fue conocida por contener múltiples casas de opio y burdeles; pero también negocios, dentistas, escuelas, tiendas y hogares. Tener estudios no era un requisito para ejercer alguna profesión dentro de la fortaleza.
La ciudad creció por medio de la construcción de nuevos pisos en desordenados edificios, que muchas veces eran del ancho de una sola habitación. La única limitante era no superar los 14 niveles, debido a la cercanía con un aeropuerto. La ausencia de planeación hizo que las plantas inferiores y las calles y pasillos se convirtieran en una especie de laberinto oscuro; conformándose así por túneles con tuberías, cables y con muy poca o ninguna luz solar.
Algunos ex pobladores mencionan el grave problema sanitario, de adicciones y violencia que se vivía en el interior. Pero también cómo llegaron ahí sus familias en busca de una vivienda, de oportunidades de trabajo y huyendo de situaciones aún más precarias y desesperadas.

La desaparición de una ciudad
Después de varios intentos fallidos y de negociaciones con la población organizada, su desalojo se anunció en 1987 por parte del gobierno chino. Tomó varios años y algunos habitantes fueron compensados económicamente, pero otros, que se rehusaban a dejar la ciudad, fueron expulsados a la fuerza.
A 27 años de su demolición en 1994, para algunas personas es un símbolo de resistencia, que alberga historias de ingenio, trabajo duro y supervivencia que vale la pena recordar. Otras, ven en el hacinamiento, el control de las pandillas y la anarquía, un foco para la reproducción de la delincuencia y las adicciones que debía ser erradicado.
En la actualidad funciona como un parque, dentro del cual se encuentra únicamente una réplica a escala de la ciudad y se conserva el edificio central convertido en un museo.

¿Podemos crear paralelismos con situaciones más cercanas, en México o Latinoamérica?
En México, el “paracaidismo” y Okupa son movimientos cuyos principios se basan en el derecho a la vivienda y como un frente a la marginación. Consisten en la ocupación de predios, terrenos o vecindades abandonados para adaptarlos a la vivienda, escuelas o centros de recreación. Sin pagar un alquiler ni mediante algún proceso legal, las personas sin títulos de propiedad reclaman posesión de estos lugares; los cuales tampoco suelen contar con servicios o instalaciones básicas como electricidad, suministro de agua o drenaje funcional.

Desalojos
Aunque el desalojo final de Kowloon se logró negociar con el gobierno, numerosos casos en viviendas y vecindades de la Ciudad de México son llevados a cabo de manera violenta por cuerpos policiacos que expulsan familias enteras. Esto se ha relacionado con el aumento del costo de los alquileres en la Ciudad y con la construcción de edificios residenciales de lujo, hoteles y negocios de estancia corta —como Air bnb— dirigidos a un sector de la población con un mayor poder adquisitivo o personas extranjeras, fenómeno conocido como gentrificación.
El mapeo de los desalojos nos lleva a las colonias más pobres y pobladas; realizados sin previo aviso, suelen llevarse a cabo de noche o en la madrugada, e incluyen el uso de la fuerza policiaca en viviendas que han sido ocupadas por varias generaciones. En ocasiones, quienes residen ahí se organizan y crean estrategias para evitarlo, desde el atrincheramiento hasta la creación de asambleas.
Tal es el caso de los desalojos de vecindades en la zona centro de la CDMX ocurridos en 2018, en los que participaron más de 500 policías y estuvo autorizado el uso de granadas y armas de fuego. Al investigar sobre los hechos, varias familias descubrieron que, en muchos casos, estos fueron promovidos por entidades privadas como bancos o grupos inmobiliarios que contaban y cuentan con el apoyo del gobierno y la policía.
Actualidad
Un ejemplo de este fenómeno es el reciente convenio entre Air bnb, la UNESCO y el gobierno de la CDMX, anunciado por la gobernadora Claudia Sheinbaum. Que consiste en atraer a vivir a la Ciudad a personas extranjeras o a los llamados “nómadas digitales”, personas con alto poder adquisitivo que trabajan vía remota y pagan alquileres para estancias cortas en las zonas a las que migran. Generando el aumento en las rentas de las zonas y, por ende, el desplazamiento de familias residentes que ya no pueden pagar el alquiler.
Por su lado, las Okupas y “paracaidistas” luchan y resisten como alguna vez lo hicieron los habitantes de Kowloon.
Aunque los contextos son distintos, en estas historias existen elementos que vale la pena recordar y retomar para aprender a hacer las cosas diferente; y otros que han sido un ejemplo de resiliencia y lucha.
¿Qué medidas deberían existir para asegurar que todas las personas tengan acceso a vivienda digna y a servicios básicos?
¿Qué podríamos aprender de Kowloon?