El periodismo de pazcomo se explica aquípromueve criterios sobre cómo presentar las noticias, de manera que no se perpetúe el sesgo normalmente percibido en los medios y que privilegia las noticias negativas sobre las que presentan desenlaces no violentos.

En el siglo XXI, Jake Lynch es el autor más citado sobre periodismo de paz a nivel mundial. Con una amplia trayectoria en medios como la BBC y The Independent, actualmente se desempeña como director del Centre for Peace and Conflict Studies de la Universidad de Sydney. 

La definición de periodismo de paz que Lynch articula junto con Annabel McGoldrick en su libro sobre el tema publicado en 2005 es 

[…] cuando editores y reporteros toman decisiones —sobre qué reportar y cómo reportarlo— que crean oportunidades para que la sociedad en su conjunto considere y valore las respuestas no violentas ante el conflicto. 

Esta definición, según el mismo Lynch, es ambigua a propósito; sin embargo, él mismo aclara que está pensada para el periodismo profesional. ¿Qué pasaría si dejamos esta última observación de lado y ampliamos su campo de aplicación?

Las redes sociales han hecho posible que todos sus usuarios seamos generadores de contenido e información, y por lo anterior tenemos una responsabilidad también sobre lo que compartimos. Sin embargo, no es rara la ocasión en la que le damos retweet a una nota sin leerla, con base en el título o las primeras líneas. 

Así como en los últimos años hemos aprendido a identificar noticias falsas e idealmente evitado compartirlas, lo mismo debemos hacer con otro tipo de contenidos. Aun tratándose de contenido veraz, ¿vale la pena darle visibilidad? El primer paso hacia el periodismo de paz es dejar de compartir y promover contenido que perpetúe la noción de que la violencia es la respuesta normal ante el conflicto. 

Es necesario destinar tiempo y recursos a comprender y contextualizar los hechos que se nos presentan como aislados. De lo contrario, con seguridad haremos una valoración errónea de lo que sucede, y la repetiremos ante nuestros seguidores, de manera oral o escrita. A mayor influencia, mayor responsabilidad, no solo sobre la veracidad, sino también sobre la perspectiva de la información que validamos. 

La visibilización mediática del feminismo: el ejemplo perfecto

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Foto: Andrea Murcia.

El movimiento feminista es un buen ejemplo de la importancia de conocer el contexto antes de reproducir imágenes u opiniones que probablemente abonarán a la polarización y desinformación, en lugar de contribuir a una mejor comprensión de los hechos. Al únicamente informar sobre el desenlace de, por ejemplo, una marcha, y cuantificar los resultados en pintas y vidrios rotos, se deja de lado lo más importante: la información sobre las vidas que han sido interrumpidas o destrozadas a manos de la violencia estructural, física, psicológica, económica, entre otras, que asola a las mujeres. 

Se condena la “violencia” de las marchas mientras se normaliza y se ignora lo que verdaderamente debe cambiar. Retomando la definición de Lynch y McGoldrick, habríamos de estar hablando de los esfuerzos que se hacen en todo el mundo para combatir la desigualdad de género (lo que constituye las “respuestas no violentas”), en lugar de condenar y señalar lo ocurrido en una marcha, en una fecha determinada. 

Así, el periodismo de paz debe entenderse como un llamado ya no solo a los periodistas como tales, sino a los generadores de contenido, a que enfaticen el contexto y los esfuerzos para terminar con la violencia (“el conflicto”), por encima de hechos aislados, fáciles de señalar y condenar.

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El periodismo, como “primer borrador de la historia”, tiene un valor no solo en el presente sino a futuro. Con ello en mente, saquemos el mayor provecho del acceso ilimitado que actualmente tenemos a la información, para emitir opiniones informadas, compartir periodismo de calidad, y desacelerar la popularidad de visiones extremistas, ciegas al contexto, y que solo son como leña en un fuego que crece todos los días y que es responsabilidad de todos apagar.