Para Rebeca, los festejos navideños eran la ocasión más feliz del año. Por unos cuantos días, dejaba de ser la solitaria hija única que era durante once meses y medio, para convertirse en una más del montón de hermanos, hermanastros, medios hermanos, primos, medios primos y amigos de primos que inundaban su casa, saqueaban su refri y dormían en el piso de su sala.

La sarta de invitados no se componía únicamente por humanos; cada año llegaba Ingrid con un perro diferente, Mateo con un hámster y algún insecto disecado, y Ernesto con su gato epiléptico que nunca podía estar solo. Así que el patio, que por lo general solo se usaba para tender la ropa, de repente albergaba dos o tres platos para croquetas y agua, pelotas a medio morder y bolas de pelos de diferente color.

Hasta la dieta cambiaba esos días; la única trucha navideña que Rebeca hubiera conocido se cocinó en su casa, porque ya nadie encontró bacalao y el pavo estaba fuera de discusión. “¡¿Han visto cómo los engordan todo el año y luego los matan a golpes?!”, gritó indignada Nora la primera vez que alguien llegó a la casa con uno. Nora no podía hablar a volumen normal y era la única ambientalista de la familia: estaba involucrada en al menos seis organizaciones internacionales que protegían especies animales, vegetales, y cuyos miembros se manifestaban fuera de todas las cumbres multilaterales en las capitales europeas.

La mejor ocasión de todas, por mucho, fue la visita a Peña de Bernal. Hasta la personalidad le cambiaba en esos días. Rebeca, por lo general poco interesada en el ejercicio físico, se encontró a sí misma trepando, a un ritmo aceptable, el famoso monolito, a la par que algunos turistas extranjeros y un par de los parientes, medios parientes y amigos de medios parientes que se alojaban en su casa. 

Desde las alturas, aferrando la piedra con ambas manos, abarcó con la mirada la totalidad del pueblito; y con una sonrisa se sintió en ese momento capaz de todo.

«Lazos» de Regina Garduño Niño es una antología de cuentos inspirados en la vida cotidiana y las extraordinarias cosas que allí florecen. Sigue la publicación de las sutiles y encantadoras historias que conforman «Lazos» en El Blog de Evidencia Estudio.