Eran tantos de familia, que nadie sabía bien a bien dónde estaban los demás casi nunca. ¿Juan Carlos? Trabajando, o quizás de vacaciones. ¿Bárbara? En el extranjero, la última vez que se supo. Y ni intentar localizar a Alberto o a Andrés, que a pesar de ser los más jóvenes ya no ponían pie en la casa más que para bañarse y robar algo del refrigerador. 

Una noche, sin planearlo, coincidieron todos en la cena. Los que no se habían visto en largo tiempo se saludaron con gusto y se pusieron al día. Los que se habían visto recientemente celebraron el verse de nuevo en tan poco tiempo. Quien no había aportado nada a la casa en todo el mes prometió hacer el siguiente súper. En ese ambiente alegre, Lucía aprovechó para preguntar: “¿Quién trae el coche gris? Llevo toda la semana asomándome al garaje para llevármelo a Puebla en cuanto alguien lo devuelva”. 

Todos voltearon a ver a Daniel, pues era el que siempre se lo llevaba. “A mí ni me miren”, respondió este. “Lo dejé estacionado enfrente el martes.” Todos se miraron en silencio, esperando que alguien recordara de pronto haberlo usado, prestado, o estacionado en algún otro lado. Nada. 

Se concluyó por unanimidad que el coche había sido robado en algún momento entre ese martes y el presente. A la lista de pendientes que Ximena había estado armando durante la cena, se añadió: “Pagar enganche.”

«Lazos» de Regina Garduño Niño es una antología de cuentos inspirados en la vida cotidiana y las extraordinarias cosas que allí florecen. Sigue la publicación de las sutiles y encantadoras historias que conforman «Lazos» en El Blog de Evidencia Estudio.