A veces lo extraordinario pasa en un contexto ordinario. Eso fue lo que pasó cuando lo conocí. Fue la primera vez que experimenté esa sensación, tan esporádica, de que él sería importante en mi vida. Muy importante. La magia, sin embargo, ocurrió dentro de mí. Nadie que me hubiera visto entonces hubiera sabido lo que pasaba, lo que estaba sintiendo. Yo misma no lo entendí muy bien, tan ordinario era el momento. ¿Qué tiene de extraordinario ser llamado por orden alfabético a una fila en la escuela? 

Pasaron algunos meses para que yo supiera cómo encauzar aquello que sentía. No era amor, claro que no. Al tipo ni lo conocía, ni le hablaba. Nuestras miradas y caminos se cruzaban de vez en cuando, como se cruzaban las miradas y caminos de todos quienes conformábamos aquel grupo de pubertos desconcertados que íbamos a clases porque no había de otra. No recuerdo cómo empezamos a hablar. Conociéndonos, seguramente la iniciativa fue de él. Algún pretexto encontró para dirigirse a mí sin parecer interesado, porque esa es la única manera de dirigirse al sexo opuesto cuando se tienen los escasos años que teníamos. Tan escasos que el acomodo de mis dientes recordaba a un biombo y mis ojos no se habían cruzado nunca con un delineador.

El resto de la historia sí es importante, pero más importante es aclarar que esta llegada, tan incolora en apariencia, no ha visto todavía su despedida correspondiente. Parece poco probable que la vea en un futuro cercano. Y cuando llegue, no sabrá reconocerla, ni será deliberada. Porque hay lazos que lo enganchan a uno y que no está en las propias manos deshacer.

«Lazos» de Regina Garduño Niño es una antología de cuentos inspirados en la vida cotidiana y las extraordinarias cosas que allí florecen. Sigue la publicación de las 47 sutiles y encantadoras historias que conforman «Lazos» en El Blog de Evidencia Estudio.